Es una enfermedad muy frecuente en nuestro medio, caracterizada por la existencia de múltiples síntomas en diferentes partes del organismo, que se pueden presentar en forma simultánea o sucesiva. El principal síntoma es el dolor generalizado de músculos, ligamentos y articulaciones, acompañado también de cansancio importante, sensación de fatiga, alteraciones del sueño como insomnio, sensación de que el sueño no produce descanso, pérdida de concentración y memoria, ansiedad y tristeza. También se pueden presentar en algunas personas otros síntomas como dolor de cabeza, alteraciones digestivas, mareos, contracturas musculares, escalofríos, ruidos en los oídos, sequedad de boca y ojos, los cuales pueden aparecer en cualquier momento a lo largo de la enfermedad. Los síntomas pueden presentarse en forma intermitente.

Es por ello que el diagnóstico en algunas personas es difícil, por la amplia variedad de síntomas manifestados. En la consulta, al examinar al paciente se puede encontrar una alteración de la forma como se percibe el dolor a la presión, es decir, la persona siente dolor ante estímulos que no deberían ser dolorosos, lo cual es muy característico en la fibromialgia.

En la fibromialgia, puede ser primaria, cuando es la única enfermedad de la persona o secundaria si se encuentra asociada a otras enfermedades como artritis, hipotiroidismo, lupus, etc.

El tratamiento, encaminado a mejorar la situación general de la persona, mejorando la calidad de vida, y evitando que la enfermedad progrese, incluye la información y educación del paciente, ejercicio supervisado, algunas terapias de tipo psicológico y se pueden administrar fármacos que actúan sobre el sistema nervioso. El tratamiento debe ser individualizado, ya que no solamente varia de una persona a otra, sino que además puede ser diferente en el tiempo en el mismo individuo.